Siempre hay una salida II

El sábado temprano, oía un ruido por el pasillo, me asome, y vi que la traían, en una silla de ruedas, había empeorado y bastante, iba con los ojos cerrados, mi intención era hablarle, pero se me paro el corazón de golpe, baje como huyendo, salí a  la calle más y más deprisa, llegue al jardín y empecé a llorar como nunca había llorado.
Mientras me desahogaba, pensaba, si ella era fuerte y no perdía la sonrisa, pese a tener una mala enfermedad, por que iba yo a no ser fuerte, subir y hablarle, ofrecerme para lo que le hiciera falta, pero yo era muy tímido, y ella, no me hablaba,  ni me sacaba conversación como a los demás, y temía que si le decía algo, se frustrara, se pusiera peor, así que seque mis lágrimas, subí y espere alguna oportunidad para saber como estaba.
Su puerta seguía cerrada, iba paseando por el pasillo intentado escuchar a las enfermeras si decían algo sobre ella, alguien le trajo flores, pero no contestaba en la habitación, vino una enfermera y le dijo que era mejor, que ese día estuviera sola. Cogió las flores y ella misma se las puso en la habitación.
Los que la conocían iban a preguntar, se extrañaban de que no andará por allí con sus bromas, y se preocupaban por ella, y lo de pobrecita era una frase que se oía, para referirse a ella.
Para mi era un sin vivir estar allí, me tragaba las lágrimas, mi hermano me preguntaba, y yo no quería decir por que, y me decía, a ver si vas a caer ahora tu enfermo y veras mama..
Me dormí un rato, como solo se puede dormir, en un hospital, y el domingo por la mañana, me obligó mi hermano a que bajara a desayunar, y a traerle el periódico.
Al salir, la vi saliendo de la habitación, de una anciana que ella iba mil veces a ver.
En su silla de ruedas, con los ojos hundidos, con dolores, pero sin perder la sonrisa que la caracterizaba y  la hacia ser, el alma de esa ala, de la planta del hospital.
Parecía el ave fénix,  resurgiendo de sus cenizas, para dar amor a los que allí estaban, igual o peor que ella.
Se me acerco cuando me vio, para decirme:
Tu hermano a veces llora, cuando se siente solo, si me das tu teléfono,  te mando un mensaje, y así lo llamáis, con alguna excusa, yo he intentado estar con él, pero esta algo desagradable, y prefiero decírtelo a ti.
Claro que le di el numero, y no solo por mi hermano, me veía incapaz de llamarla, pero se lo di.
Que ella me hablara, y me mirara con esos ojos claros y esa sonrisa, fue para mi una de las cosas más bonitas, que me han pasado.
Continuará...

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