Âmar.

Que inquietud me invade, que noche  mas acongojada he pasado, creo que  ha sido la noche mas larga, que he podido vivir, solo pienso en lo que ha cambiado mi vida en solo dos semanas y tres días.

Llegue del mercado y mi padre me esperaba en la puerta, temí por mi tardanza, en mi país nos controlan demasiado, hija pasa, tenemos que hablar.
Me asusté demasiado creía que la reprimenda de algo que no hice, (cosa que es frecuente), fuera bastante dura.
Sin embargo no fue así, encontré cierto tono dulce en las palabras de mi padre y me recordó a cuando lo era en mi infancia.
Mi corazón parecía que se me iba a salir del pecho, una zozobra me recorría, como el torrente de un rió, no se por qué mi pensamiento, quizo que  viniera a mi cabeza, que lo mismo mi petición de tantos años por que me dejara estudiar, se la había pensando, día si, día no, se lo rogaba, cuando estaba en su estancia yo me pasaba horas en cualquier sitio arrodillada, donde su vista me divisara, implorandole que me dejara estudiar medicina.
Âmar, querida, hoy tu vida va a cambiar.
Al comenzar con esas palabras, ya sentía mi sangre hervir, notaba la torpeza de mis manos al temblar, me notaba afortunada de estar sentada frente a el, de lo contrario, no me hubiera sostenido en pie.
Cerraba los ojos con tanta fuerza que me dolían, y respiraba muy hondo, esperando que dijera lo que tanto deseaba.
Nunca esperé que el futuro que mi padre, tenia para mí, no era el que yo soñaba.
Àmar me estas oyendo?.
-Si perdón, señor padre.
-Pequeña mía, creé que no es fácil, algunos momentos en la vida, pero para eso venimos a ella, para adaptarnos, a lo que nuestro Ala, nos tenga destinado.
Y nuestro Ala nos ha puesto a un buen hombre, en tu camino, para que con el, lo recorras.
De pronto creí que mis sienes iban a estallar, me faltaba el aire, y un mareo me dejo tumbada en el suelo.
Continuara...

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