Al errante Andaluz, que jamas encontrará la luz.


Cuantas veces se escribe unas palabras con un contenido en el que le pones una sustancia de interés, para que sean interpretadas, como realmente son y no como se debe interpretar, sobretodo cuando te salpican directamente.
Pero hoy quiero sacar de muy dentro de mi, lo que tantas veces siento,  pienso.
La mayoría de las veces,  acepto que haber nacido con tanto sentimiento, no me hace demasiado bien.
Sobre todo cuando aparece en mi vida a quien darlo y no se medirlo lo suficiente, como acaparando sin moderación y darlo como pretendía que lo absorbieran, para acabar siendo la auto culpable de haber dado todo el corazón, y recibir a cambio esas fuertes palabras que nos dijimos y regalarme sin auto compasión el mas grande de los desprecios.
Por mas que intente delante de este ordenador sacar las justas palabras para hacerte saber, que es cierto que el tiempo todo lo cura, por mas cruel que fuiste conmigo.
Que no hay herida que no cicatrice nunca, aunque tarde mucho en sanar.
Después de tantos anocheceres de sufrimiento ante tu orgullo, indiferencia, soberbia y quimeras, llegaron mis libres amaneceres.
Amaneceres en los que ya no existes.
Mi vida empezó de nuevo, la tranquilidad y la calma que perdí, la recupere y volví a ser dueña de mi vida, esa que te entregue a ti y que no valorastes.
El silencio fue lo que hizo que mi mundo sin ti, cambiara mis pasos de arenas movedizas, a un piso fuerte y seguro, sin miedos a los despeñaderos de tus inseguridades y de tus falsos celos.
Mi libertad comenzó, cuando tu amor envenenado de mis días salio.
Lo mejor de este viaje de vida, es que jamas me podras encontrar, no tendras maneras, ni formas, ni direciones, ni telefonos, ni falsas tretas.
No hay mal que cien años dure, ni un amor falso que perdure.

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