Ay mi paz.

Extrema sensiblería, es lo que recorre mi cuerpo, lo hace frágil y sensitivo, haciendo de cada latido de mi corazón, una explosión de estremecimiento, llegando a  inundar mi razón.
Cada vez que voy a esos pueblos de mi anhelada Sierra de Aracena.
Aracena, Los Marines, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Alajar.

Mis ojos estremecidos, ante el verdor y frescor, de esos campos Andaluces, tierra serrana, de múltiples reses bravas pastando en su tranquilidad, tierra de olivos, de fuertes eucaliptos, y castaños, erizan mi piel con los recuerdos de antaño.

Sus vallas de piedra, por la que pasan los años, y afortunadamente no la modernidad, fieles guardianas del paisaje.
Sigo entrando en montes perdidos, donde el estres es abolido, silencio, paz, tranquilidad, olor sin igual, que sitios de mi debilidad.

Aire fresco, aire sano, me siento limpia, renovada, casi encantada.
Aire que mece mi pelo, el cantar del viento en las hojas, la música del agua, que cae en cascada , hace la melodía, de la mejor sinfonía.

Silencio, divino y puro silencio.
Paz sin igual.
Ay mis blancos pueblos, de mi divina sierra,de la Huelva tierra.

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